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viernes, abril 01, 2011

Evelín Antelo | Expresentadora de Tv

Dicen que un viaje lejano puede cambiar mucho a una persona. Así es. La expresentadora de televisión Evelín Antelo retornó a Bolivia después de haber estado nueve meses en Israel y se mostró más madura en todos los aspectos. Se casó con el arquero boliviano Carlos Arias y encaró una nueva vida en Oriente Medio, junto a él y su hijo, Carlos Daniel (2). Afirma que no la pasó mal, más por el contrario, fue una experiencia inolvidable. Eso sí extrañó a su madre y las famosas salchichas que venden en su pueblo, Portachuelo, hasta donde nos trasladamos para entrevistarla.
-¿Fue un cambio brusco?
-No. El hecho de que una pareja esté sola le ayuda bastante a construir un cimiento más sólido para su matrimonio. Allá solo nos teníamos el uno al otro. Dios sabe por qué hace las cosas. No me puedo quejar, la vida no fue mala, la pasamos bien. Mi esposo creció como profesional y yo como mujer, como madre y como esposa. Tuvo un precio, dejar a mi familia, pero ayuda a que la valoremos más.
-¿Dónde vivías en Israel?
-En Netanya, una ciudad pequeña sobre la costa del mar Mediterráneo, a una hora de Jerusalén y a 15 minutos de Tel Aviv. Conocimos casi todo porque cruzas el país en seis horas a lo largo y en cuatro a lo ancho. Teníamos GPS, así que podíamos ir a todos los lugares. Conocí el Mar Muerto, el río Jordán, el Muro de los Lamentos...
-¿En qué consistía tu rutina?
-Por las mañanas mi hijo iba a la guardería. Él aprendió a hablar hebreo antes que nosotros. Me dedicaba a mi casa, ir al gimnasio, tomar café con mis amigas... Por la tarde salíamos con mi esposo, no había un día que nos quedemos en la casa. Al principio fue difícil, pero después logré sobrellevarlo. Tuve que mejorar mi inglés y aprender algo de hebreo para relacionarme.
-¿Llegaste a la Franja de Gaza?
-No. Pero conocí Belén. Me asusté un poco cuando fuimos a esa ciudad porque no sabíamos que ya estaba dentro de Palestina. Cruzamos ante una seguridad impresionante. Cuando pasás la frontera sentís el cambio, porque el lado árabe es distinto. Solo fuimos una vez y la verdad es que ya no volvimos a intentarlo. En el aeropuerto de Tel Aviv también te revisan todo, cuando entrás y salís.
-¿Qué te impresionó más?
-La vida es increíblemente cara, el kilo de carne cuesta $us 35. La gente se viste normal, solo los hombres religiosos están de negro y tienen sombrero. Las esposas se visten de falda hasta las rodillas con medias oscuras. El que no se dedica a la religión se viste normal.
-En Israel tienen una vida nocturna…
-Sí. Tel Aviv es una ciudad moderna donde hay de todo. Había parques impresionantes donde la gente no paga para ingresar y no hay peligro de que puedan llevarse a tu hijo. La gente está hasta altas horas de la noche y no se hace problemas. Tampoco acostumbran amanecerse como acá y no te dejan conducir si estás borracho.
-¿Saliste a bolichear?
-No. Para empezar no había con quien dejar a mi hijo y mi esposo no podía desvelarse por su trabajo. Sí salíamos a cenar, pero hasta cierta hora.
-¿Valió la pena dejar todo en Bolivia?
-Sí. Cualquier sacrificio que hagás por tu familia no es en vano.
-¿Te ves presentando las noticias en Israel?
-Si haya sabido dominar el hebreo, ya estuviera trabajando en televisión. No es un impedimento estar en otro país, más bien es un reto.
-¿El viaje te acercó más a Dios?
-Sí. Reafirmó mi fe. Toda mi vida tuve una educación católica, pero allá confirmé mi creencia. Ser católica es lo que quiero en mi vida y soy feliz así.
-En los nueve meses, ¿te sentiste sola?
-No sola, sino que me sentí lejos. A veces quería hablar con mi madre y allá era de día y acá de noche, tenía que esperar una cierta hora para poder hacerlo. Tuve un problema cuando llegué a Israel porque me diagnosticaron piedras en la vesícula y estuve internada cuatro días, ese fue el momento más crítico. Ahí la pasamos mal los tres. Después lo superé. Extrañé a mi madre y el local donde mi abuela vende los horneados de Portachuelo.
-¿Qué tal la comida?
-Probé el shawarma, un plato tradicional. Como sabés los israelitas no pueden comer cerdo porque la religión no se los permite. Otra cosa curiosa es que allá es el mundo del pan, porque hay una gran variedad.
-¿Qué se habla de Bolivia?
-La gente la identifica con el occidente. Conocen el salar de Uyuni y el lago Titicaca.
-¿Cuándo regresás a Israel?
-Mi esposo tiene contrato con el club Maccabi Netanya hasta mayo, pero también va a depender de las ofertas que tenga en otros países o tal vez aquí mismo. Yo lo seguiré a donde vaya.

SU PERFIL

Tiene 31 años. A los nueve se fue a vivir a Montero y a los 17 se vino a estudiar a la ciudad. Es hija de Víctor Hugo Antelo (+) y Teresa Mercado, y tiene cuatro hermanos. Fue reportera de la red Unitel y presentadora del noticiario de la red ATB. Contrajo nupcias con el arquero Carlos Arias en abril de 2008 en la tierra que los vio nacer a ambos, Portachuelo.



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